"El film del mañana será rodado por aventureros. El film por venir se me aparecería más personal aún que una novela, individual y autobiográfico como una confesión o como un diario íntimo.
Los jóvenes cineastas se expresarán en primera persona y nos contarán lo que les ha ocurrido: eso podrá ser la historia de su primer amor o del más reciente, su toma de conciencia ante la política, el relato de un viaje, una enfermedad, su servicio militar, su matrimonio, sus últimas vacaciones, y eso gustará casi obligatoriamente porque será verdadero y nuevo.
El film del mañana no será realizado por funcionarios de la cámara, sino por artistas para los que un rodaje de el film constituye una aventura formidable y exaltante.
El film del mañana se parecerá a aquel que lo ha rodado y el número de espectadores será proporcional al número de amigos que posee el cineasta.
El film del mañana será un acto de amor."
François Truffaut en la revista Arts. 15 de mayo de 1957.
Esas palabras preceden a tres décadas de profesión en el cine, y son asimismo el resultado de años de cinefilia y conocimiento de causa en torno a la industria cinematográfica de la Europa del siglo XX, en forma de crítico de la mítica Cahiers du Cinema.
Aquel era un cine contra el que Truffaut (Los cuatrocientos golpes, El pequeño salvaje, Jules y Jim, La noche americana) arremetía. Hacia su academicismo, hacia sus restricciones y hacia su rutina. Luego llegó la Nouevelle Vague y un cambio radical en la percepción del cine moderno. Su invención, resumiendo. Truffaut lo escribió un 15M, lo cual es una estupidez pero ayuda a la metáfora y a entenderlo como otro tipo de revolución: mismas bases en las que se defiende hoy Pogo the Clown Films, mirando la inquietud gabacha como un referente y como un modo de hacer cine que no nos pilla tan lejos ni tan rompedores, porque no somos los primeros y no vamos a ser los últimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario